viernes, 28 de septiembre de 2007

Primer apunte sobre TRM3


Tengo la inmensa suerte de estar muy lejos del barullo, y es extraño que lo diga yo: conociéndome un poco, si hubiera tenido la debilidad de estar por estas fechas en Barcelona, ya estaría a estas alturas con un ejemplar de Tu rostro mañana 3 en las manos, acicalándome para la presentación del 2 de octubre y escuchando por la radio cualquier entrevista que le hicieran al autor. Lo que no haría en ningún caso (ni en Barcelona ni en Managua, porque ahora Internet me permite hacer eso donde sea mientras haya conexión a mano) es leer las críticas que ya empiezan a desgranarse en las páginas de los suplementos literarios. Sólo en diagonal he podido vislumbrar hoy los excesos propios de las grandes ocasiones, de un extremo a otro: desde el “acontecimiento para nuestras letras” que supone la publicación del libro hasta el agotamiento y la fatiga que siente Masoliver Ródenas en las páginas de La Vanguardia.

Lo que sí estoy experimentando, a base de mucho Google y paciencia, es una sensación de avalancha mediática superior a la normal. El ambiente está inquieto y burbujeante, y aunque este Alka Seltzer haya sido bien programado por Juan Cruz y sus socios (quizá temerosos de la dificultad de vender bien una tercera parte, siempre desalentadora para los que no han entrado en las dos primeras) no termino de encajar a Javier Marías en todo este fulgor de micrófonos y cuestionarios.

Tanto es el vocerío, que el mismo ruido ha opacado la que seguramente es la frase más contundente que Javier Marías haya pronunciado en décadas. Ciertamente, yo leí una frase similar hará unos quince años, pero entonces todos la leímos como guasa y acertamos. Ahora noto un tono más acorde con la realidad y una actitud más seria al decirlo, y ojalá no acierte. Lean en voz alta:

Me estoy despidiendo de la novela como género, pero probablemente seguiré escribiendo cuentos.

Los analistas de frases ya se han apresurado a sacar conclusiones y señalan que esta sentencia es fruto del lógico cansancio después de estar ocho años metido en el mismo mundo literario. El propio Marías tampoco se imagina empezar de cero otra vez, pero El País subtitula piadosamente que el autor “aparca por un tiempo la novela”, cambiando por completo el sentido transparente de su despedida (acaso porque Cruz también intuye un problema financiero si ya no hay más tela que cortar, no más amores que vender).

Les comparto mi sentimiento, ahora que Jacobo Deza es hombre muerto (no se preocupen, no estoy destripando ningún desenlace, sólo dictamino sobre un signo ortográfico: el punto y final) acerca del asunto: aunque Marías no escribiera nada más a partir de hoy mismo, ni tan siquiera cuentos, ya estaría incorporado a la nómina de grandes escritores de este país por toda su obra anterior. Incluso me parece una excelente mascletá (apoteósica, ya puestos a sumarnos al exceso calificativo) cerrar con esta trilogía, que ni pensándola con anticipación hubiera encajado de manera tan perfecta en la clausura. ¡Compárenlo con un García Márquez cerrando su prolífica vida literaria con las putas tristes! ¡Qué daría un Ronaldinho por una chilena en el último minuto de una final!

Ahora ya llegó el momento, o dentro de cien años, de leer los tres volúmenes de corrido, para comprender la magnitud de la creación. Espero vivir lo suficiente como para ver un día publicada Tu rostro mañana en un único ejemplar, un libro inmenso dividido en siete partes, de la fiebre al adiós, y comprender también desde la certeza que da el gramaje que esto no sucede a menudo. Probablemente sí haya sido este 24 de septiembre un momento de los grandes y el revuelo esté justificado y yo peque como siempre de escéptico, como todo miembro de la familia Deza que se precie.

Como siempre ha ocurrido en España, cualquier persona destacada en cualquier ámbito (ya sea un faro cultural o una linterna televisiva) recibe, a la par que espaldarazos y adulaciones, cuchillazos y veneno. Marías es de nuevo un caso ejemplar hasta en eso: sus fierecillas al acecho son de lo más ruidoso, aunque su número es tan insignificante que el propio histerismo debe ser su única razón para existir. Por fortuna, la lista de críticos, autores y lectores que han emitido opiniones acerca de su prosa traspasa cualquier frontera, y estos ecos son los que al cabo permanecen, como el genio: Magris, Bolaño, Pamuk, Coetzee, Sebald... ¿Quién no es ya un entusiasta de Marías?

Tu rostro mañana, tres días después de publicado el último volumen, ya es un clásico: al menos, en el sentido de obra irrepetible y anclada en un tiempo y un país determinados pero de lectura intemporal. Qué fortuna la de esas generaciones futuras que un día, repasando la eme mayúscula de una librería, comenzarán a leer y caerán en la terrible y deliciosa red en la que otros ya quedamos irremisiblemente atrapados hace tiempo. Haya o no más novelas, la biblioteca Marías ya tiene su lugar en la Historia.

martes, 25 de septiembre de 2007

Postales apócrifas jamás enviadas

10/09
Apreciada M.

Cada vez que subo hacia el Norte y veo a todos esos tipos con pistola enfundada al cinto comprendo mucho mejor a las brújulas. En Guatemala, como en México, hay municipios que ya son parte de una red de intereses que nos sobrepasan, y lo institucional se torna la mejor excusa para legalizar el delito. Yo, que he sido educado bajo el precepto "papa, miedo" ante un gatillo (y por eso no dejaba de mirar westerns con mi padre, para exorcizar esos temores) me encuentro de pronto en un restaurante y sobre las mesas, al lado de la tortilla y de la servilleta, se depositan las armas con cierta dulzura. Ya puedes entender con qué sentimiento he de comerme un bistec jalapeño delante de un punto de mira dirigido a mi frente. Esa parafernalia, que aquí se inmiscuye en la realidad de manera todavía grandilocuente, se va acomodando a medida que uno sigue la ruta Norte, hasta llegar a esos Estados más allá del río donde la costumbre ya se hizo carne. Lo mismo pasa con la droga: aquí ya hay codazos para garantizar su transporte, pero el uso y disfrute ya pertenece al mundo que está sobre nuestras cabezas, que desgraciadamente interfiere en lo que somos.

Un saludo.

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11/09
Apreciado P.

Creía que por cualquiera de estas esquinas me toparía un día con Rodrigo Rey Rosa, pero me di cuenta de que hace milenios que no vive por aquí. También esperaba toparme con alguna sombra de Monterroso, pero nanay. Lo que está claro es que Guatemala ha producido la literatura más interesante de los últimos decenios a nivel centroamericano, y eso casi nadie lo sabe (menos que nadie los guatemaltecos, claro). Mírate esto y lo comprenderás. Yo lo siento por el frío, que es la mejor manera de introducirse en la literatura: cada vez que llego a Guatemala me doy cuenta de lo mucho que sufro los embates del calor tropical en Nicaragua, siempre tan enemigo de la página escrita. No te creas las imágenes ideales de la hamaca, la limonada helada (¡con soda!) y un libro en la mano. Nada como el vientecito helado de la capital para regresar a la novela y para entender que aquí, la prosa, sea una cuestión de temperatura.

Un saludo.

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14/09
Apreciada A.

Desde lo alto del templo IV se ve todo un poco más transparente. Debe haber muchos sitios como éste en el mundo (déjame que me ría durante un paréntesis de los ociosos que votan por las nuevas siete maravillas) pero me basta con estar en uno de ellos y respirar. Yo no sé si hay posibilidades de sentirse mejor que en medio de unas ruinas mayas extraordinariamente conservadas, divisando el bosque selvático y oyendo voces de pájaros indescifrables. Suelo pensar a veces en esa raya mágica que separa lo natural de lo artesano, por donde transitamos de un lado a otro encontrando la más pura belleza. Debe ser ese ir y venir la receta perfecta: de Pélleas et Melisande de Debussy a la ceiba centenaria de Tikal. No puedo concebir la obra humana sin la pisada en el barro, el arpegio sin la hoja seca. ¡Infelices aquellos que desconectan de la realidad para concebir sus creaciones o para disfrutar de ellas! Desde lo alto de este templo sólo hay que agazapar el oído y escuchar, y saber que luego todavía nos espera el libro que dejamos a medias.

Un saludo.

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16/09
Apreciado L.

No sé por qué te recuerdo cuando pienso en el concierto de anoche. Quizá llegaron a mí, como destellos intermitentes, palabras y fraseos de algún foro sobre la decadencia del pop rock actual y sobre todo aquello que fue y no ha sido, musicalmente hablando. Ayer pisé un estadio por primera vez desde hace quince años, por lo menos (pisé su hierba como el torero pisa la arena) y sucumbí al fervor que por esos años mozos me alegraba los días. Ayer reaparcían los Héroes del Silencio y había que estar ahí para participar del rito iniciático de quemar las naves pero mirando para atrás al mismo tiempo. Ya sabes: es como encender un día la tele y que te repongan un episodio de La bola de cristal: así me sentía yo. No podía hacer otra cosa que gritar, cantar, corear, empujar y dejarme empujar, saltar. Como volver a tu Málaga y pisar las calles que pisó Antonio Soler, pongamos. Después, a la salida, quedó una halo de irrealidad a medida que el hotel se acercaba y las 26.000 almas vestidas de riguroso negro se desparramaban por las avenidas y desaparecían como habían llegado, por el túnel del tiempo. Pero mi camiseta sigue oliendo a tabaco: prueba irrefutable de que los milagros todavía existen.

Un saludo.

lunes, 24 de septiembre de 2007

domingo, 9 de septiembre de 2007

Conexión difícil

Lamento no poder mandar postales de momento, las conexiones son muy complicadas y mi movilidad excesiva. Un saludo selvático.

martes, 4 de septiembre de 2007

Huracán Félix: escrituración en directo


13:30. Algunas embarcaciones desaparecidas. Llega el momento de las evaluaciones de daños: una vez que el huracán se dirige hacia el oeste, la calma vuelve a Puerto Cabezas. Los reportes son confusos: mientras unos hablan de destrucción total, otras fuentes son menos dramáticas. Las casas de esa ciudad son mayoritariamente de madera y poco resistentes. Incluso la Alcaldía y la terminal aérea quedaron sin techos. Termino por ahora mi escrituración: salgo rumbo a Guatemala.

11:50. Destrucción y pérdidas importantes en Puerto Cabezas, pero sólo materiales. Hay un primer muerto confirmado en los Cayos Miskitos. Las fotos de satélite confirman la magnitud del huracán y su entrada en todo el territorio de Nicaragua, aunque se esperan afectaciones leves en la mayoría de departamentos. Los vientos disminuyen de fuerza y la gente comienza a salir a las calles.

08:50. Una señora habla por Radio Ya: hay láminas de zinc volando (techos) y numerosos árboles caídos en Puerto Cabezas. Las calles están desiertas. Algunos muros han caído por las fuertes ráfagas de viento.

08:15. Los datos que llegan de Puerto Cabezas son pocos porque el huracán está azotando de lleno. La radio se descubre como el mejor medio en estos casos, muy por encima de internet (no digamos ya la televisión, repetitiva y sin cintura para estas emergencias). Llueve ligeramente en Managua.

07:25. El huracán ha entrado por la Costa Atlántica entre Puerto Cabezas y el Cabo Gracias a Dios, a la altura de Sandy Bay. El ojo ha seguido desde ayer una trayectoria casi rectilínea hacia el oeste. Desde Puerto Cabezas me informan que el viento está arrancando techos y quebrando árboles. Las calles están vacías, la lluvia es persistente pero no intensa, lo peor son las rachas de viento superiores a 150 km/h. No se reportan víctimas hasta este momento. Las bandas nubosas del huracán van penetrando por todo el territorio nicaragüense. En Managua hay hasta el momento una nubosidad alta que todavía no es amenazante.

lunes, 3 de septiembre de 2007

La mujer de Huguenin 4: La novia

Llegados a esta cuarta narración, Shiel ya ha presentado sus dos caras más acusadas: la del autor de cuentos de terror que bordean el género fantástico, y la del autor de relatos de corte clásico, cercanos al apunte cotidiano y a las vivencias de ciudad. A este último apartado corresponde La novia, no más que un cuento elaborado a partir de un triángulo amoroso y que, sólo al final, se permite la licencia de incluir una breve escena fantasmagórica como cierre.

En este caso, el intento no da el resultado excelente que vimos en El aciago sino de un tal Saul: si ahí la historia comenzaba a tomar fuste justo cuando se desvanecía el realismo de una aventura marítima y daba inicio el alocado pasaje de un hombre atrapado en las simas de la Tierra, ahora ocurre exactamente lo contrario: cuando ya hemos vivido el drama principal del cuento y prevemos un desenlace acorde, precisamente, con un drama clásico, Shiel se saca de la manga una imposible escena de espíritus malignos:

“Ella lo tenía cogido por los hombros; estaba tendida encima de él, a todo lo largo de la cama; y el cuarto parecía lleno de crujidos y roces muy extraños, como de muselinas almidonadas que se deslizaran en un revuelo tormentoso”.

Sólo hay que fijarse en este vocabulario que incluye crujidos, roces y tormentoso para adivinar que la impostación de la escena final busca su anclaje en un léxico acorde a un modo de describir lo misterioso. No puedo dejar de pensar que, tantos años después, el perro Snoopy ridiculizaría a todos los aprendices que no pueden salir del cliché: “Era una noche fría y tormentosa...”, escribía desde el techo de su caseta. Pero no quisiera aplicar este pensamiento a la obra de Shiel porque sería injusto con lo leído hasta aquí en esta recopilación, aunque no deje de ser relevante semejante cambio de registro cuando se pasa de un melodrama de celos a un barroco anochecer en una habitación con fantasma. ¿Será que el sol resplandeciente no infunde miedo a nadie? (yo llevo cuatro años con la piel requemada: terror puro y cierto).

Lo mejor del relato es el juego que Shiel establece entre los tres protagonistas para que sólo el hombre (Walter) y el propio lector conozcan todas las mentiras y medias verdades que se les cuenta a las mujeres (Rachel y Annie). Vamos siguiendo los esfuerzos de Walter por agradar a ambas sin que una recele demasiado de la otra, aun cuando parece bastante evidente que el juego no podrá mantenerse por mucho tiempo y que la tragedia sobrevendrá en cualquier instante.

No deja de ser curioso también que ante un cuento de infidelidades y subterfugios amatorios, Shiel lo presente con una cita del libro de Job, el protagonista sea un pastor religioso y abunde (como ya ocurría en los anteriores relatos) el elemento espiritual. Quizá es lo que obliga al autor a apostillar:

“Así, si no hubiese sido un puritano, habría sido un Don Juan”.

Y un apunte merece aquí también el tremendo diálogo que se establece entre las dos mujeres cuando ya, al fin, descubren su mutua atracción por el mismo hombre: es el tour de force necesario para pasar, ahora sí, al doble desenlace: la tragedia realista y la coda con fantasma. No es el mejor Shiel, sin duda: la historia tampoco daba para mucho más.

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Mañana salgo rumbo a Guatemala por varios días. Si Félix no lo impide, espero mandarles alguna que otra postal.